Entre los callejones de los paganos

Su deidad había hablado, le encargó esta misión, especialmente para ella, el cumplirlo es su primera y unica prioridad, no importa el costo de su vida como paga, el eliminar a los opositores de su señor era su deseo, su anhelo ... y su camino. Tomó una carroza proporcionada por los demás moniques, en dirrección hacia el este, donde había un camino en dirección a Londres. Pasó la noche y dió el paso hacia la mañana radiante, en aquella carroza, la joven solo releia una y otra ves aquelal carta, repitiendo el nombre de su objetivo ... y de ves en cuando repitiendo oraciones en una lengua muerte, dedicadas a su Lucifer.

Llegó a Londres, el conductor encapuchado de oscuro estacionó la carroza entre unos angostos callejones, a unos pasos del destino enmarcado en el reverso de la carta la cual poseia Eularia, -Que Lucifer ilumine mi camino ... dame las fuerzas para acabar a ese cordero ... opositor a la real belleza de mi dios-, proclamó en un rezo y tomó las cuchillas y se cubrió con una túnica blanca de capucha, igual a la que tenía antes de comenzar su travesía a Londres. Esta ocultó las cuchillas en sus mangas y apoyó un pié en el marco de la ventana, a medio metro tenía una gran apred de ladrillos viejos, al estar en aquel callejon, era muy limitado el espacio para salir. Saltó tomando como apoye ese marco y de un agil movimiento sosteniendo el marco contrario con su mano, pudo subir al techo, las telas blancas se abrian en medio del salto dejando ver aquellas ropas negras apegadas al cuerpo de la chica y al caer en el techo de la carroza se escuchó el golpe en seco, seguido de las telas aterrizando suavemente ocultandola pro compelto, salvo aquellos dos mechones largos y rosados

-Da la vuelta y esperame hasta que de por cabada la misión- le dijo al chofer dando un largo salto pasando por el y el caballo hasta acabar frnete a la carroza, dando un paos nuevamente para salir de los oscuros pasillos, la luz que cubría el día resaltó sobre el blanco de la capucha de la joven, esta unió sus brazos y agachando la cabeza para que su rostro fuera cubierto sin reconocerla, caminó y caminó pasando cerca de un lugar donde el catolismo reinaba. No estaba muy lejos del lugar donde se hayaba el ...

-Deragae Ni...- su susrro fue interrumpido al escuchar a lo lejos ese nombre, el idioma inglés resaltaba en esa voz, ella simplemente con un vago movimiento de su cabeza volteó y observo a la izquierda detrás de unos obispos, entre ellos distinguió a un joven Monaguillo. Sonrió al encontrarlo y se acercó lentamente hacia ellos, las pocas personas cercanas de allí comenzaban a verla raro ¿Se habrian dado cuenta de su naturaleza? no, aun no ...

Cuando el obispo se alejó del sujeto, esta quedó a un metro detrás del chico, manteniendo las manos ocultas en sus largas mangas, preparó las navajas, -Diculpame joven crédulo del Vaticano ... ¿Me darías unos segundos para decirme ... cual es tu palabra divina?- preguntó disimulando una vos amable y gentil, pura ... pues su real sonrisa malefica y sus nojos fríos estaban siendo ocultos por la capucha. A la primer palabra ... lo desviaria de su misión.